Esta no es una reseña histórica al uso. No comprende cifras, ni fechas, ni momentos clave. Tampoco hay política ni muertes por ideales. Aquí el lector ávido y avispado no encontrará un referente de nombres ni de lugares. Ni una constatación de hechos que sirvan para sembrar conclusiones. Simplemente escribo una opinión, la mía. Un mero exorcismo personal, mi forma de automedicarme.
Todo viene promovido porque vengo observando desde tiempos pretéritos a ciertos personajes que con autocomplacencia se asisten de unas determinadas formas y maneras para alojarse en un distinguido prestigio social que está lejos del que les corresponde. Son los farsantes. Durante tiempo he asimilado sus artimañas y he visto sucumbir a mucha gente en sus encantos, pero la cosa veo que se instala y acrecienta a ritmos desaforados. Esto me exaspera y me ha hecho repudiarlos con todas mis fuerzas. Pero hasta aquí ha llegado mi paciencia. Después de convivir con el desquiciado estado en el que acaba sucumbiendo el que lleva de incógnito la ira y el odio más visceral, he decidido dar el paso. Relatar su historia. La de los miles de farsantes que pueblan el mundo. Soy consciente de que la farsa y sus profetas se nutren de muchas y variadas tretas, no obstante, creo que no es tan difícil tarea enumerar sus ligerezas. De ahí que el título, pedante, solo atienda a una razón; los farsantes son en el fondo todos iguales. Se sirven de las mismas malicias para lograr objetivos sinónimos. Tienen diferentes recorridos, pasean por diferentes carreteras, pero las trazas siempre son gemelas. Porque visto uno, vistos todos.
Este contra-artículo se subdivide en tres capítulos que se irán desgranando periódicamente:
1-Manual práctico para descubrir a perfectos farsantes.
Todo viene promovido porque vengo observando desde tiempos pretéritos a ciertos personajes que con autocomplacencia se asisten de unas determinadas formas y maneras para alojarse en un distinguido prestigio social que está lejos del que les corresponde. Son los farsantes. Durante tiempo he asimilado sus artimañas y he visto sucumbir a mucha gente en sus encantos, pero la cosa veo que se instala y acrecienta a ritmos desaforados. Esto me exaspera y me ha hecho repudiarlos con todas mis fuerzas. Pero hasta aquí ha llegado mi paciencia. Después de convivir con el desquiciado estado en el que acaba sucumbiendo el que lleva de incógnito la ira y el odio más visceral, he decidido dar el paso. Relatar su historia. La de los miles de farsantes que pueblan el mundo. Soy consciente de que la farsa y sus profetas se nutren de muchas y variadas tretas, no obstante, creo que no es tan difícil tarea enumerar sus ligerezas. De ahí que el título, pedante, solo atienda a una razón; los farsantes son en el fondo todos iguales. Se sirven de las mismas malicias para lograr objetivos sinónimos. Tienen diferentes recorridos, pasean por diferentes carreteras, pero las trazas siempre son gemelas. Porque visto uno, vistos todos.
Este contra-artículo se subdivide en tres capítulos que se irán desgranando periódicamente:
1-Manual práctico para descubrir a perfectos farsantes.
2-Los farsa como clase social.
3- Estupidiario de la farsa.
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